domingo, 13 de febrero de 2011

La otra primera vez

Conforme la distancia entre la facultad y yo disminuye a bordo del colectivo empiezo a pensar en las posibles aulas para mi primera clase, pues a un administrativo le pareció gracioso inventar un hipotético tercer piso a uno de los edificios. A pesar de la hora del día y el insomnio cotidiano, que no me permitía descansar más de 3 horas diarias, estoy lúcido. Una tras otra se suceden las canciones en mi reproductor, invocando fantasmas que no esfuerzo mucho en alejar sino ignorarlos mirando por la ventana.

No es un secreto, pero el último año y medio no ha sido precisamente algo muy grato en múltiples formas. Y al llegar a la dejada me encuentro directamente con una de las pocas cosas buenas que hay en la facultad para mí. Un saludo, un cómo estás, un todo bien. ¡Ah, si pudiera contestarte como Dios manda! Aunque siempre me he tomado tiempo para contestar el "¿cómo estás/te va?" con la honestidad debida, más allá de la cortesía social.

-Lo siento, pero voy de prisa a la clínica, allá tendré mi primer clase.

Ciertamente. Empezamos juntos la carrera y ahora ya estamos en generaciones distintas. Pensaba en lo maravilloso que sería asistir juntos (como habíamos prometido ilusamente el primer día de clases) a las clases de clínica mientras nos despedíamos, pero volví a mi realidad apenas reanudado el camino a un salón inexistente, con un catedrático que no conocía y un grupo anónimo.

Nos encontramos pocos de quienes sabíamos que estaríamos en el mismo grupo este semestre, pero ninguno tenía idea del lugar de la clase. Pasada media hora decidimos abandonar la búsqueda de El Dorado y cada quien tomó su camino.

Teniendo tiempo adicional-no-contemplado, me encaminé a devolver "Rayuela" a la biblioteca, dispuesto a pagar mi tremenda multa de más de cincuenta pesos por un libro que apenas si terminé a la mitad. Mientras trotaba cerro arriba y cerro abajo pensaba en las 21 ideas para hacerle un regalo a mi san Valentín, las 21^n habilidades de que carezco y el tiempo que me parecía con cada segundo que pasaba más un obstáculo que un recurso.

No puedo caminar por esos jardines sin recordar las decenas de veces que los había recorrido antes, con tantos matices en las plantas, la luminosidad tan variada a distintas horas del día y el color que las cosas tomaban y el de mi alma propia en cada una de las anécdotas. Esta vez las flores me miraban altivas y distantes, indignadas ante la profanación de su hogar, otrora seguramente ni siquiera visitado por el jardinero, a juzgar por la altura del pasto.

Entro nuevamente a la biblioteca, y me renueva la sonrisa del personal que labora, ya tan familiar:

-Son como sesenta y dos de multa, joven...pero le voy a cobrar nomás dos semanas... son 42 pesos.

 La señora de la biblioteca siempre me ha parecido muy agradable y me alegra los días con sus bromas y conversaciones, a pesar de la brevedad de nuestros encuentros cada tercer día que renuevo los préstamos. A veces siento que me ve como a su hijo, que estudia lo mismo que yo. Yo la veo como una madrina de carrera, pues muchas veces he requerido material por más tiempo del que permite el reglamento.

Al ritmo del tonito de Nokia en mi ladrillo me llega el aviso de que mi clase de Fisiología sería en un salón que de hecho existe en este Universo y una hora antes de lo estipulado en los horarios. Va de retro por el jardín, esta vez siendo el mayor intruso el jardinero y por la premura ignoro los reclamos de las rosas al golpearlas accidentalmente con mi mochila. El regreso se hace corto, con un aroma distinto en el aire, uno tan familiar. Me veo envuelto en un aire cuasimístico, apareciando recuerdos uno sobre otro, durando centésimas de segundo para apenas dar la pauta y el pretexto para el siguiente. Una frase inenteligible y el claxon de un camión me hacen reaccionar.

 -¡Fíjate!
-¡El peatón va primero, imbécil!

Terminé de cruzar la calle y apuro el paso para llegar a tiempo. Al llegar me encuentro con personas conocidas afuera del salón. Otras no tanto, pero me dan la impresión de que no son idiotas. Llega el catedrático y abre la puerta con extrema religiosidad, dando respiraciones profundas y pausadas. Incluso me pareció percibir un "Om" cuando logró activar el mecanismo de palancas.

-Sillas en círculo.

No dijo más sino pasados tres minutos de terminar de acomodar las butacas, como dándose tiempo de retomar la concentración para su discurso introductorio o bien invocar al dios Ganong.

-Quizá entre ustedes ya se conozcan. Pero no está de más una presentación. Empiecen. Quiero que digan su nombre, cómo prefieren que les digan, por qué quieren estudiar medicina, las dificultades que han tenido para llegar aquí, si ya han pensado en una especialidad... Bueno, lo que prefieran.

En la madre...

Y que comienzan algunos...

Yo soy tal del tal, hice n semestres ceros, y...

No estoy inseguro. Mi presión arterial se mantiene en 120/80, mi respiración sigue siendo normal. No tengo dudas de lo que voy a decir, ni cómo lo voy a hacer, simplemente porque no lo pienso y dejo que todo fluya naturalmente, desde mi área de Broca, bajando por el vago y tomando dirección por el laríngeo recurrente izquierdo hasta llegar a los músculos vocales: 

-Yo soy Mokona Nekoi, e inicialmente no quería estudiar medicina. Desde pequeño he querido ser Biólogo para hacer investigaciones que ayuden al planeta y a las personas. Quedé directo por Ceneval, pero a dos semanas de ingresar comencé a tramitar mi cambio a la Escuela Superior de Biología en La Laguna. Por razones familiares y de seguridad no me fui y mantuve mucha renuencia a continuar, por lo que puedo asegurar que mi mayor obstáculo he sido yo. Afortunadamente tuve mucho apoyo de parte de mis amigos, y aquí estoy. No estoy seguro de querer una especialidad, mas bien me llama la investigación. He leído sobre maestrías y doctorados en Neurobiología en la UNAM. Me parece muy interesante, porque puedo fusionar dos cosas que me encantan: la música y la biología. ¿Sabían que un paciente con Alzheimer puede no recordar dónde está al despertar cada mañana, pero si le muestran una versión de cualquier canción que conozca con una sola nota cambiada lo identifica? Hay mucho por descubrir en ese ramo. Y creo poder hacer algo.

El doctor sólo me miraba fijamente, y el silencio de mis compañeros se hacía más frío a cada segundo.

-Entonces si le gusta la Biología va a amar Fisiología.

No sólo la asignatura a partir de ahora. Por primera vez estoy totalmente a gusto. Estudio por gusto. Mis compañeros me agradan. Estoy feliz de estar en Medicina.

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